La Pastoral de Juventud acompaña a los y las jóvenes a descubrir, seguir y comprometerse con Jesucristo y su mensaje para que, transformados en hombres nuevos e integrando su fe y su vida, se conviertan en protagonistas de la Construcción de la Civilización del amor.

Para llevar a cabo esta misión a modo de procesos que contemplen las realidades diversas que atraviesan nuestra diócesis, como así también a los jóvenes con sus vidas concretas, optamos por los siguientes ejes que orientan nuestra acción pastoral.

Ejes de la Pastoral de Juventud diocesana

  • Discipulado: se propondrán espacios donde podamos volver a descubrir la llamada del Maestro, estar con Él, ser formados por El a través de la Palabra y los Sacramentos, para poder cumplir con su misión: evangelizar.
  • Muchedumbre (nivel masivo): abarca todas las acciones que buscan presentar el Evangelio y sus valores a un grupo de jóvenes, por ejemplo, festivales, peregrinaciones, encuentros diocesanos, etc. El nivel masivo adquiere una importancia especial si consideramos la enorme cantidad de jóvenes que no participan, y quizás no participaran nunca de la vida cotidiana de la Iglesia y a quienes todavía no se ha llegado, no se ha propuesto adecuadamente el anuncio liberador de Jesucristo.

Asimismo, es un eje de gran relevancia para los jóvenes que viven su cotidianidad dentro de la Iglesia, puesto que significa un espacio de encuentro con otros, con sus pares, con los cuales compartir dificultades, certezas y, por sobre todo, con los cuales sentirse acompañados en el camino. El encuentro con otros, los espacios de manifestación masiva de la fe significan además un momento de volver a fascinarse por el Maestro que enamora a tantos como uno mismo.

  • Participación transformadora: creemos que todos los jóvenes de nuestra Diócesis deben ser protagonistas activos y corresponsables de la toma de decisiones, ya que el proceso evangelizador que proponemos es desde, por y con los jóvenes, generando propuestas y acciones concretas. El protagonismo es un elemento fundamental de la pedagogía, de la metodología y de la organización de la Pastoral Juvenil.
  • Acompañamiento: intentamos estar cerca de las necesidades de las diferentes zonas, movimientos y colegios de la diócesis. Es un espacio de consulta, de compartir las realidades y necesidades con las diferentes comunidades, los colegios y movimientos, para que el Equipo Diocesano pueda conocer más de cerca cada grupo que integra la Pastoral de Juventud y la dinámica que los atraviesa. En el área realizamos las visitas a las diferentes zonas de nuestra diócesis y a la vez también a las comunidades que integran a cada una de ellas.

Estos ejes no son acabados en sí mismos, sino que se relacionan unos a otros según la finalidad que nos proponemos en los diferentes espacios.

Logo

Como Diócesis de Neuquén nos identifica el siguiente logo, que muestra diferentes rasgos de muestra espiritualidad.

Mano: es la mano de Dios, Padre y Madre, que protege y corrige amando, pero que sobre todo nos sostiene a cada uno, “nos lleva en la palma de su mano y nunca se olvida de nosotros”. Su mano es como la tierra que sostiene nuestra vida.

Además, que el joven esté en la mano de Dios nos indica al joven como lugar teológico, esto es que en cada joven Dios nos está hablando y llamando a la conversión. “Los jóvenes son un sacramento del rostro de Dios. Salir a su encuentro, acogerlos, comprenderlos y compartir sus alegrías y esperanzas, sus proyectos y sus desilusiones, no es una opción sino una exigencia de la fidelidad al mismo misterio de Dios que queremos servir y comunicar. La novedad que la cultura juvenil nos presenta en este momento es el discurso que Dios nos hace a través de la juventud (…)” (Cristian Saint Germanin, “Adulto se busca. Asesoría y acompañamiento en pastoral con jóvenes”, pág. 82-83-113).

Cruz: es la cruz de Jesús, es el signo de la vida y la salvación, es el signo del amor; y por eso, el signo de los cristianos, que estamos dispuestos a todo, hasta dar la vida, como “Cristo, que por amor, se entregó hasta el final para salvarte. Sus brazos abiertos en la Cruz son el signo más precioso de un amigo capaz de llegar hasta el extremo: «Él, que amó a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin» (Jn 13,1).” (ChV 118). Cuando miramos nuestro logo, esta cruz, no es un elemento más, nos indica al mismo Jesús, que como pastoral de juventud estamos llamados a acompañar a los jóvenes para descubrir, seguir y comprometerse con Él y su mensaje. Ese Jesús, que con ese mismo poder de su entrega total sigue salvándonos y rescatándonos hoy.

Joven: “el punto de partida de la pastoral de juventud es el propio joven, asumido en su realidad personal, cultural y social. Cuando hablamos de Pastoral de Juventud las palabras no son menores. No hablamos de Pastoral Juvenil, ni de pastoral para jóvenes. Hablamos de pastoral DE, CON y PARA jóvenes; porque precisamente son ellos los verdaderos protagonistas”.

Los jóvenes son el ahora de Dios. Son el presente y lo están enriqueciendo con su aporte. Ellos nos muestran el camino del Espíritu para la Iglesia y la sociedad, si sabemos mirar y discernir sus gestos, sus acciones, sus palabras. “…qué veo yo cuando pienso en un joven. Mi respuesta fue que «veo un chico o una chica que busca su propio camino, que quiere volar con los pies, que se asoma al mundo y mira el horizonte con ojos llenos de esperanza, llenos de futuro y también de ilusiones. El joven camina con dos pies como los adultos, pero a diferencia de los adultos, que los tienen paralelos, pone uno delante del otro, dispuesto a irse, a partir. Siempre mirando hacia adelante. Hablar de jóvenes significa hablar de promesas, y significa hablar de alegría. Los jóvenes tienen tanta fuerza, son capaces de mirar con tanta esperanza. Un joven es una promesa de vida (…)»” (ChV 139).

Guitarra: representa la alegría, la animación, la fiesta. Pero también mirando más hondo nos invita a ser nosotros instrumentos en las manos de Dios, para poder en todo y para todos ser música de Él.

Morral: o mensajero. Indica el estar dispuesto a salir al encuentro sin llevar mucho sino solo lo esencial, lo necesario para el camino hacia el otro y lo necesario para ese encuentro.

“Ustedes recibieron gratuitamente, den también gratuitamente. No lleven encima ni oro, ni plata, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento”. (Mateo 10, 8b – 10). El llevar lo necesario implica que nuestra única seguridad es Jesús mismo, y no las cosas materiales o lo que podamos saber simplemente.

Kultum: instrumento sagrado de los mapuches que solo pueden tocar las ancianas de la comunidad. Para nosotros este instrumento representa el Evangelio, tal como dice la canción de nuestra Diócesis “teniendo al evangelio por kultrum”.

El Evangelio no es un libro más entre los libros. No es una palabra de hombre en medio de palabras de hombres; es la Palabra del Verbo de Dios, es el Verbo de Dios hecho Vida que contemplamos y relatamos… El secreto del Evangelio no es para la curiosidad ni una iniciación intelectual o técnica, es el secreto de una comunicación de Vida”. (Madeleine Delbrel).

 Este instrumento pasa de generación en generación, así como la fe y la Palabra de Dios llegó hasta nosotros de generación en generación. Por eso no podemos renunciar nunca a nuestra historia, nuestras raíces, son las que nos sostienen y nos siguen nutriendo. Nos dice Francisco en Cristo Vive, “«es imposible que alguien crezca si no tiene raíces fuertes que ayuden a estar bien sostenido y agarrado a la tierra…”. (179). En el acompañamiento a los jóvenes el Evangelio se vuelve sagrado cuando al reconocerlo como Palabra de Vida, es la brújula que nos hace protagonistas de la construcción de la Civilización del Amor.

Mate: costumbre bien argentina, que no solo sirve para tomar mate sino que genera encuentro, diálogo, miradas, intercambio, cuando se toma con otros; pero cuando tomamos solos invita a pensar, a reflexionar, a rezar.

Es el compañerismo hecho momento, es la generosidad de dar hasta el final, es la hospitalidad de la invitación, es la justicia de uno por uno. El mate en nuestra pastoral es continua invitación, indica que uno siempre está dispuesto a encontrarse y compartir.